En los que sientes que todo se derrumba.
En los que sientes que estás solo en el mundo.
En los que sientes que aquello por lo que creías luchar no es más que una sarta de mentiras.
En los que sientes que todo, absolutamente todo, está perdido.
En los que sientes que el cosmos quiere reirse de ti en tu cara.
En los que sientes que el mundo no vale tanto como tú creías.
En los que sientes que cualquier malnacido puede joderte el año con una acción, pasiva incluso.
En los que sientes que todas las manos que te tendieron fueron para dejarte caer en mitad del salto.
En los que sientes que aquellos que decían apreciarte y estimarte sólo se aprecian y se estiman a sí mismos.
En los que sientes que el aire que respiras está hecho de cuchillas de afeitar.
En los que sientes que ya nada importa, nada.
En los que sientes que si el mundo no te ha dado una patada en el culo ya, es porque no tiene piernas.
En los que sientes que la felicidad, la alegría, la amistad y la verdad no eran más que las primas buenorras inalcanzables de la amargura, la tristeza, la soledad y la mentira.
En los que sientes que si mañana no despertases, más del 99'999999% del mundo no sentiría absolutamente nada.
En los que sientes que tus lágrimas hacen surco en tus mejillas al caer.
En los que sientes que la vida es una furcia barata que te apuñalará con tu propio cortaplumas.
¿Conoces esos días? A mí me suenan demasiado lejanos... Y sin embargo, cercanos al mismo tiempo. Demasiado nefastos. Y demasiado reales. Demasiado indeseables, pero morbosamente esperados.
¿Nos gusta sufrir? Un antiguo sabio respondió a Alejandro Magno, cuando éste le ofreció darle cualquier cosa que desease, que se apartase de su vista, que le quitaba el Sol. ¿Y si sólo necesitamos eso?¿Y si sólo necesitamos un Sol? Nada más allá. Nada de piramidales bienes para la realización humana. Nada de lujo. Nada de conocimiento. Nada de nada.